El tejido escogido fue el terciopelo negro y el material con el que se bordó la obra fueron los bordados de un traje de torero que fue cedido a la propia Hermandad.
Una vez desmontado el traje y seleccionado todo aquello que se podía aprovechar, se realizó un dibujo propio que marcó la idiosincrasia de la propia obra, ya que estamos acostumbrados a ver este estilo en las sayas que portan nuestras Dolorosas.